jueves, 17 de abril de 2008

EL MUNDO LO HICIERON LOS ALBAÑILES

Las verdades son mentiras contadas por Eduardo Galeano. La Historia ocurre cuando Eduardo Galeano se sienta a escribir la Historia.Quede claro que es un ejemplo de escritor rojo. Pero rojo, rojo. Rojo, rojo, rojo. ¿Cómo se puede entender, si no, que él que depende del mercado y del bolsillo de los lectores diga que el comercio "es una libertad que oprime"? Bienvenido al planeta de la paradoja. Las paradojas quedan siempre bien en unas declaraciones. Ay, hypocrite écrivain—mon semblable,—mon frère! Galeano es un obrero de vanguardia, ya se sabe. No de esa vanguardia temporal que va resbalando hasta caer en el saquito de "obras clásicas de la modernidad". Paradoja. Galeano, básicamente, recuerda. A sus abuelos, a su mujer, a sus amigos, historias que le han contado, a gente que nunca ha conocido, su exilio en Argentina, el de Barcelona, la vuelta a Montevideo...es un memorioso. Como Funes o como Caballero Bonald.
Los de la editorial Siglo XXI lo tienen muy bien cuidado. Eso se nota. Las páginas son de estas gruesas, plastificadas, con brillo y sin borrones. Y además el texto está aderezado con dibujitos del propio autor, que yo no sé qué significan: una mano que sale de una trompa, un pez con un paraguas, una perra vestida con un traje y cofia del XIX por lo menos...Pero quedan bien.
Eduardo Galeano es, diría yo, de
los que se detiene a mirar el dedo cuando señalan a la luna. Alternativo, molón, pulposo. Sin "corrientes" e "ismos". Porque la luna, más o menos, la conoce todo el mundo. Pero cada dedo es único.
Total. Cualquier cosa que escriba, sirve. Todo bueno. Todo bello. Ahora que los libros tienen descuento cómprate todos los galeanos o róbalos, para que los ingresos no le opriman la cartera. Y si lo ves por la calle invítale a una caña y a un pincho de tortilla. El tío es majete.




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